Es algo importantísimo. La excelencia en tu oficio, trabajo, estudio o cualquier cosa que estés haciendo, planificando, ideando o llevando a cabo ha de estar impregnado de esa energía fascinante que es la excelencia.
Vale para toda profesión u oficio. Vale para tocar una obra musical o para hacer una tortilla. Para tocar una fuga de Bach o para hacerle un regalo a un ser querido. Vale para conducir una orquesta o para jugar unas cartas con tu abuelo. Da igual lo que hagas. Siempre has de dar lo mejor de ti mismo y hacerlo de la mejor manera que esté a tu alcance.
La excelencia es algo que se ha de cultivar desde el principio. Los profesores, padres, mentores tan solo hemos de hacerlo con los niños sin aleccionar. Solo siendo naturales y alegres haciéndolo con excelencia.
La excelencia es un estado que cabalga entre el amor y el entusiasmo. La excelencia es a diario. Y por regla general cuando trabajas desde las bases con excelencia el resultado suele ser excelente. Aunque a veces no. Recuerdo hace poco que a un alumno le decía: "oh! Ya tocas así y así de bien...bueno, pues a partir de ahora ya tienes que disciplinarte para que siempre toques como mínimo así de hermoso y bien. Porque conseguir un nivel es un derecho que debes aplicar siempre por honrar todo el trabajo que has realizado para conseguirlo, por todo el tiempo que has dedicado a ello, por todo el esfuerzo de tu cuerpo, e incluso por las personas que te han ayudado a conseguirlo."
Y sin embargo, cuando llega el resultado has de ser comprensivo y cordial contigo mismo. Puede ser que hayas trabajado excelentemente pero que te duela una muela esa día en que entregas todo el trabajo y no salga todo lo bien que imaginabas. No te preocupes, las bases son tan buenas que el trabajo bien hecho emergerá y rebosará las dificiltades que aparezcan.
La excelencia es un estado interior en el que de forma natural te hace dar lo mejor de ti mismo y además te hace feliz hacerlo.